Adquirir una bicicleta


No se puede comprar la felicidad, 

pero se puede comprar una bicicleta 

y eso está muy cerca.


Evoco un momento pasado hace mucho tiempo, cuando tenía trece años y mi bicicleta era parte de mi misma. 
Era mi amiga y mi compañía.
Era la existencia recreada en el armonioso devenir del camino emprendido. 
Tan sola, tan sola como ahora.
El trayecto, la cadencia del viaje, la velocidad y la incomunicación del pensamiento, todo ello vehicula el discurrir de la vida.



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